Llegué volando a una vivienda. La mujer, que la habitaba con ojos deslucidos , se sintió acosada por mi presencia. Yo no la perseguía por la cocina, la sala y el pasillo. En su intento por espantame casi me estampó contra la pared. De noche entré con ella en su habitación. Tenía una cama de matrimonio inmensa. Con la luz apagada vimos una película de amor. Los protagonistas se decían que lo suyo no funcionaba, que podían seguir siendo amigos. La mujer se echó a llorar. Revoloteé a su alrededor. Encendió la luz y cuando me encontró secó sus lágrimas.
Sonrisas mil
Nolis
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