TEATIME UP HERE, GOD BLESS YOU, TEN
(Es la hora del te aquí arriba, que Dios te bendiga, Diez)
Mar García García. Abril 2023
A los científicos les mueve la búsqueda de la verdad, a los políticos la búsqueda de la gloria.
Cuando el noruego Admunsen alcanzó el Polo Sur por delante de Scott, al servicio del Imperio
británico, la prensa se volcó en la gloria del primero que sería recordado por su hazaña para la
posteridad. Los políticos y el pueblo ya tenían un héroe
A la comunidad científica le constaba que, anteriormente, Scott había liderado la expedición
Discovery a los inexplorados territorios de la Antártida, con una valiosísima aportación de
conocimiento en temas de oceanografía, zoología y física entre otros.
En esa misión como tercer oficial había participado en una primera fase Ernest Shackleton, quien
una vez acabada la carrera por la conquista del polo, consideró como el siguiente gran objetivo,
cruzar el continente helado de punta a punta pasando por el Polo. De esta manera lideró la que se
llamaría la Expedición Imperial Transatlántica. Utilizarían dos barcos. El barco del grupo científico,
el Indurance, llevaría al equipo científico hasta la bahía Vahsel, en el mar de Weddell, en la
Antártida. desde donde seis hombres y sus perros empezarían a cruzar el continente. Un segundo
barco, el Aurora, transportaría el equipo de apoyo hasta el otro extremo del continente. a 2900 km
de distancia del primer punto.
En su viaje al sur, el Indurande pronto se topó con hielo, que ralentizó la navegación, hasta que
quedó atrapado en el mismo. Durante meses el barco estuvo moviéndose a la deriva sobre las
placas de hielo flotantes mientras el equipo esperaba que con la primavera pudieran navegar
hasta la costa. Finalmente el barco se hundió y el equipo instaló campamentos en el hielo
mientras esperaban que la deriva los acercase a la isla Paulet. Finalmente, tras las peripecias
recogidas más tarde en un libro escrito por Shackleton y acompañado por una colección de
fascinantes fotografías la tripulación en su totalidad pudo ser salvada, tras más de dos años en el
hielo, en la mitad de la nada.
Pero eran científicos y ese no fue un tiempo de tediosa espera sino de actividad constante.
Uno de los estudios más curiosos y menos conocidos que se desarrollaron fue la investigación
sobre la que hoy conocemos por Corriente Circunpolar Antártica, esto es, las corrientes marinas
del Polo Sur, que hoy sabemos que son el resultado de la rotación terrestre y que se producen en
el sentido de las agujas del reloj, siendo mas regulares que las del polo Norte al no existir la
interferencia de los continentes. Estas corrientes junto con las del Golfo determinan el
comportamiento climático del planeta siendo su observación fundamental en las predicciones
meteorológicas, y en los estudios previos a las grandes campañas de la pesca de altura..
Los hombres de Shackleton conociían la existencia de estas corrientes por las observaciones de
Halley en el siglo XVII y las de los exploradores Bellinghansen y Clark Ross en el XIX.
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Su mente se puso en marcha buscando la manera de poder trazar la trayectoria de estas
corrientes y conocer la variación de la misma en función de la profundidad del agua.
Como en casi todos los experimentos físicos de medida, la manera más sencilla suele ser la mas
efectiva. Emplearían el mas literario de los elementos que tenían a su alcance: un mensaje en una
botella. La prolija descripción que hace Shackleton en su libro del ingenioso proceso es muy
entretenida: La primera observación que hace es que si llenaban la botella de agua totalmente,
ésta al congelarse flotaría y no sería válida. Además, deberían lanzar series diferentes de botellas
que fueran a hundirse a profundidades diferentes para poder seguir así las variaciones de la
corriente marina según la profundidad.
Decidieron formar series de botellas que llenarían de agua con 10, 20, 30, ...etc centilitros.
En cada botella iría escrito "Tea time up here, God bless you, 10", esto es, "es la hora del te aquí
arriba, que Dios te bendiga, Diez" y lo mismo para 20, 30 etc hasta 90 (hay que recordar que con
cien flota y no vale), para identificar la supuesta profundidad a la que habría estado viajando cada
botella.
Era fundamental que el mensaje perdurara en el tiempo y que fuera perfectamente legible en el
momento de apertura de la botella sellada así que emplearon piel curtida de foca en la que
grabaron el texto como si de un tatuaje se tratase.
Pensaron que sería interesante conocer las posibles variaciones de intensidad de las corrientes
por lo que necesitarían producir para cada serie otra de iguales características pero con un liquido
de diferente densidad que ofreciera diferente resistencia. Los husquies de la expedición tuvieron
el real privilegio de donar sus orines a la causa y asi se tiraron desde cada punto la serie de
botellas con agua y la de orín del perro, ambas conteniendo el mismo mensaje de invitación al te.
En los años posteriores al rescate se recibieron en la sede de la Royal Geographical Society un
total de sesenta cartas enviados desde Tasmania, Nueva Zelanda, y Tierra del Fuego, todas ellas
remitiendo un curioso trozo andrajoso de piel con una invitación a tomar el te seguido de un Dios
te bendiga y un número.
Mar, es un placer leerlo
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