MAR GARCÍA GARCÍA SETIEMBRE 2011
1 EMPIEZAN LAS VACACIONES
- ¡Cuanta caca junta, no había visto tanta caca en toda mi vida, hay caca de vaca por todas partes! - exclamó Alex al salir del coche.
Y tenía razón, realmente había mucha, mucha caca de vaca.
Acababan de llegar desde la ciudad a la casita que los padres de Alex habían alquilado en el campo para pasar el mes de agosto, que era cuando su madre estaba de vacaciones. Todos habían pasado un invierno lleno de deberes, obligaciones y mucho trabajo y estar en el campo cerca de la playa era lo que necesitaban. La madre de Alex, Ana, tenía vacación durante todo el mes. Paco, su padre, tendría que ir y volver a la ciudad algunos días y otros trabajaría desde casa. Alex y Amanda, su hermana mayor, ya llevaban de vacaciones todo el mes de julio y ya no se acordaban muy bien de porqué estaban cansados exactamente, pero estaban convencidos de que necesitaban un buen descanso y su plan era pasárselo lo mejor posible todo el tiempo.
- Vamos, Alex, no seas pesado, baja del coche de una vez - dijo Amanda.
- Venga niños, ir llevando vuestras bolsas hasta la puerta. Alex, no te dejes la chaqueta en el coche.
Cuando por fin acabaron de carretar todas las bolsas llenas con el montón de cosas imprescindibles para descansar un mes entero pudieron dedicarse a examinar la que sería su casa de verano.
La casita que habían alquilado estaba a las afueras de un pequeño pueblo de la Costa da Morte llamado Leis. Era el sitio ideal para pasar las vacaciones. Tenía un pequeño jardín delante y en la parte de atrás había un patio con un pequeño huerto y un gallinero con siete gallinas. A un lado del patio había un pozo bajo la sombra de una parra y al fondo del todo, junto al cierre de la finca, había dos manzanos de ramas anchas y solidas que parecían estar pidiendo a gritos que alguien trepase por ellas.
-!!Esta casa es genial, este verano va a ser genial!!- exclamaron todos, al tiempo que extendían un mantel debajo de los manzanos y sacaban las tarteras con los filetes empanados y la tortilla para comer bien fresquitos a la sombra.
- A partir de mañana comeremos en la mesa bajo la parra, junto al patio, pero creo que una buena comida sobre la hierba es ideal para el primer día.
- Yo también lo creo - dijo Amanda riendo mientras se tomaba un sorbo de limonada.
Cuando acabaron, papá y los niños recogieron los platos mientras mamá ventilaba la casa y preparaba las camas, había sido un día largo y apetecía acostarse temprano.
Era muy raro acostarse y que no entrara la luz de las farolas de la calle como en la ciudad, tampoco había ruido de tráfico y si te asomabas a la ventana, en vez de ver los altos edificios de enfrente veías la parra, el pozo y lo mas alucinante: miles y miles de estrellas.
2 DESPERTAR EN EL CAMPO
Cuando Alex abrió los ojos a la mañana siguiente tardó un tiempo en acordarse de donde estaban. Empezaba agosto, empezaban las vacaciones, empezaba un nuevo día.
Desayunaron fuera, junto al pozo.
- Esto del campo es como las tiendas - dijo Alex - que a veces están abiertas y a veces cerradas, porque, a ver, ayer de repente cuando se hizo de noche ya de repente no había nada y todo era silencio y ahora, fíjate, menudo jaleo hay montado.
Era cierto, hacía un día de sol precioso y parecía que todos los seres vivos del mundo mundial lo estaban celebrando a la vez. Cuando aún estaban en la cama ya se podía oír el sonido de varios tipos de pájaros, pero ahora que estaban fuera la banda sonora era más intensa: Se oían pájaros, las gallinas cacareaban, ladraba algún perro vecino y se oía a las vacas de la finca de al lado. Por si fuera poco, un tractor estaba en marcha en algún lugar y alguien estaba serrando madera.
-Pues hablando de sonidos, Amanda, podías aprovechar para hacer tus ejercicios de música ahora y así cuando termines nos bajamos hasta la playa a ver cómo de fría está el agua. Alex, tu podías aprovechar y hacer mientras algún ejercicio de tu libro de vacaciones.
- Bueno, mamá, yo creo que es más sensato ir mas despacio, ya sabes, a lo mejor necesito uno o dos días para acostumbrarme al sitio nuevo, o sea, que no es que no quiera pero ¿y si me pongo enfermo por un corte de digestión por trabajar antes de tiempo?.
- Vale, está bien, acompáñame entonces a dar de comer a las gallinas, aunque si te digo la verdad no se muy bien como se hace. Quédate jugando por aquí que voy a comprobarlo en internet.
Así que Ana entró en la casa mientras Alex se fue de expedición al gallinero.
-Uhm, así que os creéis que sois solo gallinas, ¿eh?, bien, a partir de ahora seréis mi ejército secreto. Soy el caballero de los valles y vosotros sois mis soldado-pollos, ¡adelante fuerza de la naturaleza!, ¡Adelante soldado-pollos!.
Cuando mamá llegó, Alex estaba dando órdenes a unas gallinas que, la verdad, no parecían hacerle el más mínimo caso.
- Venga gallina marrón, ve detrás del soldado y deja de picar ese maíz. ¡Buff, no hay manera!, esto va a ser cuestión de entrenar todas las mañanas.
- Genial Alex, si este va a ser tu ejército, te vas a encargar tu de darles la comida, o el rancho de soldados si prefieres. Para eso tienes que echar esta mezcla de cereales y concha triturada por el gallinero para que la picoteen del suelo.
- Está bien, parece fácil y así me irán cogiendo respeto porque si no me obedecen las castigaré sin comer.
- Ni se te ocurra, no queremos que se pongan enfermas, tienes que alimentarlas bien, ya se te ocurrirá alguna manera de que te obedezcan y si la encuentras me la cuentas, que a mi me interesan mucho las técnicas para que cierto par de niños hagan lo que se les pide.
- Pues no será por nosotros mamá, porque somos de lo mas bueno del cole, de hecho el año que viene ya voy a empezar e ser un poco malo, aunque no creo que los malos, malos del patio me dejen ser malo, creo que empezaré por ser solo un poco regular.
- Bueno, tú mismo, pero ya sabes que tienes que aprobar todas.
- Calla mamá, que te dije que se me puede cortar la digestión.
Cuando Amanda acabó su hora de ejercicios de clarinete, papá ya se había ido a trabajar y decidieron bajar a la playa a jugar con las olas.
-Desde luego, hay mucha caca de vaca - dijo Amanda cuando pasaron por delante de la granja vecina.
3 UN DIA DE CAMPO Y PLAYA
El camino a la playa era una carretera antigua por la que prácticamente no pasaba ningún coche, así que podían ir tranquilamente ocupando el centro de la calzada cogidos de la mano con las mochilas a la espalda.
La playa era espectacular, enorme: tenía un pinar precioso y al fondo de todo desembocaba un río formando una laguna. Parecía de cuento, aunque no sabrían decir bien de qué cuento. El agua estaba super fría, como la de todas las playas de la zona pero era muy divertido intentar meterse y gritar de frío, salir y volver a intentarlo. A lo tonto llegó la hora de comer y se fueron al pinar. En las mochilas llevaban bocadillos, fruta y limonada. Cuando acabaron con todo lo que llevaban se acercaron a un chiringuito a comprar helados y luego sestearon un rato.
Realmente era muy, muy bueno estar de vacaciones.
A media tarde emprendieron regreso a la casa. Cuando iban por la carretera salió de la cuneta un perrito peludo y juguetón que se puso delante de ellos haciendo saltos y cabriolas para que le acariciasen y le hiciesen mimos.
- Que perrito más simpático, y que cariñoso.
- Bueno - dijo mamá - en realidad es una perrita.
- Oh, bueno, entonces que perrita más linda y más cariñosa.
Estuvieron jugando un rato con la perrita y le hicieron mimos y caricias. Cuando emprendieron la marcha la perrita iba trotando alegremente a su paso acompañándoles de regreso a casa. Realmente era una perrita muy simpática. No parecía ser de ninguna raza específica: tenía el cuerpo corto como de un pequinés pero en vez de tener la cara enfadada como los pequineses tenía una carita muy simpática y amistosa. Al andar mantenía en alto su colita peluda moviéndola rítmicamente como si fuera meneando el trasero, era muy graciosa. La perrita no tenía un dueño concreto, como muchos perros de las aldeas andaba suelta a su aire y se colaba en la casa de cualquier vecino que le prestara atención y mimos, así que, ante dos niños nuevos, decidió que era una buena cosa adoptarlos como amiguitos del verano.
A Amanda y Alex acostumbrados a los perros de ciudad, tan estirados, tan de raza, que no se separan de sus dueños y a los que no te puedes acercar porque te ladran, les pareció maravilloso tener una amiguita tan juguetona y cariñosa así nada más llegar.
- Es que además la vas a acariciar y se deja hacer tan pancha - dijo Amanda -oh, ya se ¡Te vamos a llamar Panchita!.
Y así fue como la pandilla aumentó, ahora eran Amanda, Alex y Panchita.
Un poco antes de llegar a casa pasaron por delante de la granja de vacas de nuevo y no pudieron evitar decir todos a la vez:
-¡Pero cuanta caca de vaca junta¡
Alex contó las vacas, que a esa hora estaban masticando sentadorras en la hierba, en total había 15.
- ¡Pues si que cagan 15 vacas juntas! - dijo con cierto aire pensativo.
Ya en casa, tocaba ducha y les pareció que lo más divertido sería ducharse en el patio con la manguera y así además no metían arena de la playa en casa. Se lo pasaron en grande con gran revuelo por parte de las gallinas a las que les llegó más de un manguerazo sin querer, pero cuanto más jaleo montaban las gallinas mas ataque de risa les daba a los niños.
- Pues vaya un ejército más cobardica tengo - decía Alex, entre carcajadas.
- Cuando pongan huevos, van a estar pasados por agua - decía Amanda riendo.
Cuando empezó a anochecer cenaron una ensalada junto al pozo y se acostaron muy tempranito. Esto de descansar todo el día al aire libre era algo que cansaba mucho, mucho.
-Quince vacas, siete gallinas, un perro, que bien. Quince vacas, siete gallinas un perro, que bien, repetía Alex, ya medio en sueños.
Había sido un gran día.
4 UN DÍA NUBLADO
El día siguiente amaneció nublado, no amenazaba lluvia pero había una niebla baja que te iba enfriando el cuerpo poco a poco. Tocaba vestir pantalones vaqueros y llevar un jersey encima de la camiseta.
- Bueno, niños, con esta niebla no vamos a ir a la playa. Creo que cuando acabemos de desayunar yo me voy a quedar leyendo en el patio, vosotros podéis jugar a algo. Cuando estaban llevando los restos de las tostadas a la cocina vieron aparecer una colita peluda contoneándose alegre, era Panchita, que se había invitado a desayunar y a echar la mañana con los niños.
-Hola, Panchita, toma un poco de leche y una tostadita.
-Guau, guau- dijo Panchita moviendo el rabo aún más alegre.
- Bueno, pues podéis jugar aquí en el patio con la perrita.
Así que se pasaron bastante rato jugando con la perrita a tirarle piedras para que las recogiera. Solo había un problema, y es que a Panchita, lo que más le gustaba del mundo después de los niños era una buena piedra. Veía una piedra y no lo podía remediar la cogía entre los dientes y no la soltaba, así que las reglas del juego de "ve a por la piedra y tráemela" no era capaz de entenderlas. Ella iba a por la piedra y la cogía, hasta ahí bien, pero luego salía con ella a todo correr para disfrutar de su tesoro. Solo soltaba la piedra si le tiraban otra y entonces intentaba coger las dos, con lo que las dos se le caían y tenía que volver a empezar. De todas maneras, era muy divertido verla correr y disfrutar con sus piedras tesoro.
5 LA FASCINANTE DIGESTIÓN DE LAS VACAS
Al cabo de un rato los tres estaban totalmente cansados. Fueron hasta los manzanos del fondo del patio y mientras los niños trepaban para sentarse en las ramas más bajas Panchita se hecho cuan larga era a la sombra bien arrimadita al tronco del árbol.
Era la primera vez que los niños se subían a un árbol y estaban encantados de lo facilito que era subirse a estas ramas anchas y bajas.
- Mira- dijo Alex - ahí están las vacas, desde aquí arriba se pueden ver todas a la vez, que tontas siempre están masticando, no se como no se ponen enfermas.
Amanda, que era dos años mayor que Alex, era muy aplicada en el colegio y disfrutaba mucho aprendiendo cosas nuevas. Además le gustaba explicar a Alex de una forma más facilita algunas cosas interesantes que aprendía para que él también las entendiera y las supiera.
- Es que las vacas, como solo comen hierba, necesitan tener una especie de laboratorio dentro para poder transformar la hierba en varios compuestos necesarios para estar bien alimentadas. Para eso tienen el estomago dividido en cuatro partes con líquidos diferentes que hacen la química necesaria. Una de las cosas mas curiosas de esto es que cuando la hierba ha pasado por uno de los líquidos la vuelven a masticar otra vez para que se convierta con la saliva en otra cosa mas alimenticia. A esto de volver a masticar la comida se llama rumiar. Por eso están todo el día comiendo, porque vuelven a masticar lo que ya habían comido antes.
- Y hacen mucha caca
- Sí, ya lo veo
- Cuanta hierba come una vaca al día? ¿y cuanta caca hace?
- No lo sé, eso no lo dimos en clase.
- Pues podíamos decir a mamá que nos lo deje ver en el ordenador
- Vale, después de comer en vez de hacer siesta podemos aprender más cosas de las vacas.
Así que después de comer se adentraron en el apasionante mundo de la digestión de las vacas. Los datos que encontraron eran impresionantes.
Pues resulta que una vaca, ahí donde la vemos, tan tranquilita y con pinta de inocente, se puede zampar ella sola hasta 60 kg de hierba al día y lo que ya es una pasada, puede hacer ¡hasta 40 kg de caca ella sola!. Lo que también les resulto impresionante es que la cantidad de gases (pedos) que producen las vacas es una de las mayores fuentes de emisión de gases nocivos para el planeta, responsables de dañar la capa de ozono.
- Bueno, es que estas vacas son unas cochinotas.
-A ver, si una vaca hace 40 kilos al día, las 15 vacas de la granja producen nada menos que 600 kilos de caca al día, no me extraña que este todo lleno de caca por el camino.
Y tras descubrir estos dados, los niños, totalmente impresionados, volvieron a las ramas del manzano.
- ¡Pero que pasada! - repetían cada poco, - ¡que pero que pasada! 40 Kilos al día, ¡que pasada!
Y allí, desde las ramas, con las súper vistas que había de la granja vecina, se quedaron como hipnotizados sin poder apartar los ojos de las 15 vacas cagonas.
Al cabo de un rato vieron como el vecino cargaba carretillas de estiércol en un camión, que no se marcho hasta que todo el estiércol de la granja estuvo cargado,
- No me extraña que se lo lleve, con la cantidad de él que hay.
6 LA RUTINA DEL VERANO
Los demás días Ana y los niños poco a poco fueron formando una especie de rutina diaria.
Lo primero que hacían era desayunar en el pozo, bajo la parra. Era fenomenal tomarse las tostadas y la fruta al aire libre.
Después de hacer cada uno su cama se dedicaban a sus respectivas actividades: Ana organizaba la cocina y dejaba medio preparada la comida del mediodía. Luego, en el ordenador, leía la prensa, atendía su correo y trabajaba un poquito. Amanda practicaba con el clarinete y Alex daba de comer e instruía a su ejército de gallinas, que, todo hay que decirlo, lo de comer lo hacían bien, pero como ejército, esas gallinas estaban demostrando ser unas grandísimas tontas.
A media mañana cogían sus mochilas y metían dentro bañadores, toallas, bocadillos y limonada y se iban a echar la mañana la playa.
Los días que amanecía nublado bajaban también a la playa y si hacía demasiado frío como para meterse en el agua jugaban en la arena o se llevaban un libro para leer tumbados en las toallas.
Después de comer todo el mundo hacía siesta, aunque a veces los niños protestaban. Ana se mantenía firme porque, decía, la siesta era una cosa muy sana, y así, en las horas en que el sol pegaba más fuerte, ellos estaban tan a gustito reposando fresquitos a la sombra con un libro o el mp3.
A la hora de la merienda siempre aparecía Panchita por el patio y compartían con ella las tostadas o el pan con chocolate. Era muy divertido enseñarle juegos y trucos a la perrita porque era muy lista y aprendía rápido. Ahora ya sabía que si le tiraban un palito era porque los niños querían que fuese a buscarlo y se lo devolviera y entonces ahora, lo primero que hacía era dejar su piedra en el suelo antes de coger el palo. Cuando ya no jugaban más a tirarle cosas volvía a mover su culito peludo y cogía de nuevo su piedra tan contenta.
Después, los tres descansaban en el árbol: los niños subidos en las ramas anchas y Panchita tirada en el suelo a la sombra.
7 LAS VACAS SE PARECEN PERO NO SON IGUALES ENTRE SI
Un día que estaban en el árbol viendo las vacas vecinas empezaron a jugar a ponerles nombres y a intentar reconocerías:
- Mira, esas tres que están juntitas parecen amigas, las tres tienen unas manchitas muy simpáticas en la frente, podíamos darles un nombre.
- Podemos ir poniéndoles nombre por orden alfabético - dijo Amanda, que le gustaba mucho tener todo muy ordenado - así que a estas tres las llamaremos, Alegre, Bonachona y Cansadita,
A esa que esta tumbada le pega mucho llamarse Dormilona y a esa que está de pie con esas pestañas tan grandes y tan coquetona le pondremos Elegante.
- Mira, hay una que parece menos gorda que las demás, la llamaremos La Flaca y a su amiga de al lado, tan rellenita, Gordivaca.. Mira a esa se le marca bastante el hueso de la cadera, la llamaremos Huesuda.
- Y a aquella, que parece que esta caminando todo el rato, Intranquila.
-Mira, mira, fíjate en aquella, que tiene las espalda con manchas negras y marrones, a esa le pondremos Jaspeada. Y a esa que tiene las patas de color casi negro por abajo, como si llevara botines, a esa la podemos llamar Kalcetina.
- Solo nos quedan cuatro por ponerles nombre. A la que tiene motas blancas en el lomo la llamaremos Lunara, a aquella con el morrito como triste Llorona, a la del mechón blanco en la frente como si fuera una flor, Margarita.
- Les estamos poniendo unos nombres geniales. Solo queda aquella del fondo, que parece como más chiquitita que las otras, la podemos llamar Nenita.
- Le podemos pedir a mamá que nos deje usar el ordenador para poner los nombres en limpio.
Así que a la mañana siguiente, después de desayunar y de la hora de clarinete de Amanda, se sentaron en el ordenador de Ana para hacer una tabla con los nombres de las 15 vacas y sus características.
8 HAY VECES QUE LAS VACAS NO SE PARECEN A ELLAS MISMAS
Después, como casi todos los días, se fueron a la playa. Estuvieron casi todo el tiempo jugando con las olas. Al salir del agua se cambiaron de bañador rápidamente para no coger frío y se vinieron directamente a comer a casa. Ese día estaba nublado y como no hacía calor al mediodía mamá les dejó no tener que hacer siesta, así que se sentaron en las ramas del manzano después de comer para ver a las vacas comer, descansar, comer, descansar, comer y echar así la tarde hasta la merienda y la visita de Panchita.
-Podemos empezar pasando lista - dijo Amanda - sacando del bolsillo del pantalón la tabla con los nombres que habían escrito por la mañana:
Vaquitas de la granja vecina
Alegre Tiene manchitas, se junta con Bonachona y Cansadita
Bonachona Tiene manchitas, se junta con Alegre y Cansadita
Cansadita Tiene manchitas, se junta conAlegre y Bonachona
Dormilona Está tumbada casi todo el tiempo
Elegante Coquetona y con pestañas grandes
Flaca Mas delgadita que las demás
Gordivaca Más rellenita que las demás
Huesuda Se le marca el hueso de la cadera
Intranquila Camina más tiempo que las demás
Jaspeada Espalda con manchas marrón y negro
Kalcetina Pezuñitas negras como calcetines
Lunara Motas blancas en el lomo
Llorona Morro de expresión triste
Margarita Mechón blanco en la frente en forma de flor
Nenita Mas pequeñita que las demás
Y con los nombres en la mano jugaron a localizar a todas las vacas. Al cabo de un rato descubrieron que algo no marchaba bien. Pero nada bien, sencillamente, ¡¡¡AQUELLAS NO ERAN SUS VACAS!!!.
- ¡Faltan Margarita y Nenita y las demás, estas no son las nuestras!!!
- ¡Echo de menos a las otras vacas, las otras eran las de siempre y estas son otras!!!- decía Alex a punto de estallar a llorar.
Ana estaba dentro de la casa, pensando que podía tener un ratito de silencio para ella sola y al oír los gritos que venían del patio, puso su mejor cara de mamá paciente
-¿Que os pasa? ¿Estais enteros?
- ¡¡¡mamá, mamá, nos han cambiado a las vacas !!!.....
Los niños estaban tan nerviosos que Ana tardó un buen rato en comprender por fin que era lo que los niños le querían decir.
- Bueno, no es tan raro - les explicó Ana, que ante los momentos de crisis siempre sabía mantener la calma y sabía encontrar una explicación tranquilizadora prácticamente para cualquier imprevisto - Hoy está nublado y ayer no, además ahora la altura del sol es diferente, así que las sombras y el color del prado han variado, la percepción de los colores no es la misma porque el reflejo cromático es diferente y .... - Ana se paró al ver que sus niños estaban poniéndose realmente muy nerviosos y no habían parado de llorar - ...y vamos a la cocina a hacer chocolate y churros.
Así que con las manos en la masa se distrajeron. El chocolate estaba riquísimo y los churros salieron muy bien. Hacía poco que Ana había aprendido a hacerlos gracias a una compañera del trabajo que hasta hacía pan y unos helados buenísimos. Con el chocolate calentito ya en las respectivas barrigolas, rieron en la cocina hasta que apareció Panchita por la puerta. Panchita no había tomado chocolate con churros en toda su vida de perrita y disfrutó como la que más.
Tan tranquilos, felices y con el estomago muy lleno se fueron a reposar la merienda al manzano, acompañados de Ana.
- Bueno, mamá, ¿ves? - dijo Amanda - estas son las vacas que no son las nuestras, mira no son las de la lista.
Y diciendo esto volvió a sacar la lista del bolsillo.
- No están ni .... - entonces se calló de repente - ¡Están otra vez aquí!, ¡son ellas otras vez!!
. Venga vamos a pasar lista para ver si están todas.
Y ahí estaban todas otra vez, eran sus vacas de nuevo:
Alegre, Bonachona, Cansadita, Dormilona, Elegante, la Flaca, Gordivaca, Huesuda, Intranquila, Jaspeada, Kalcetina, Lunara, Llorona, Margarita y Nenita.
- Bueno, ya os dije que era cosa de la iluminación y de las condiciones del entorno - dijo, Ana, siempre resolutiva.
- No, mamá - dijeron los niños muy serios - esto es un misterio, como los de las películas.
Y se quedaron los cuatro en silencio hasta la hora de entrar en casa y preparase para la cena: Alex pensaba en dimitir como señor de la naturaleza para ser detective, el mejor detective del mundo, al que llamaban cada vez que que había que resolver enigmas de alcance mundial; Amanda se imaginaba a si misma vestida de detective, con una gorra muy bonita y una gabardina como una que le había gustado el año pasado, y dirigiendo una pequeña y prestigiosa agencia, donde ella resolvía todos los misterios que les encargaban y hacía muy felices a sus clientes; Ana pensaba que se había quedado muy buena noche y que era una suerte que al fin los niños se hubieran tranquilizado y se hubieran olvidado de las dichosas vacas; Panchita empezó a pensar en una piedra muy grande y se quedo dormida de felicidad.
9 DETECTIVES EN ACCIÓN
El día siguiente amaneció nublado y un poco frío.
- Bueno - dijo Ana - podemos aprovechar que hoy no se debe estar demasiado bien en la playa para acercarnos al hipermercado de aquí cerca a hacer la compra de la semana, ya veréis, será divertido.
Así que una vez que cada uno acabó sus tareas diarias se subieron al coche hasta el hiper más cercano. En el pueblito había tiendas tradicionales que estaban muy bien y les gustaba mucho comprar en ellas, pero Ana prefirió ese día acercarse al hiper como excusa para hacer con los niños una pequeña excursión y disfrutar del paisaje de la zona. Ese día el coche estaba disponible porque Paco (que usaba el coche todas las mañanas para irse a trabajar), había salido de viaje a primera hora con su socio, que le había venido a buscar hasta allí.
Ana era urbanista y le gustaba que los niños descubrieran y disfrutaran con el territorio y el paisaje, así que ella iba tan contenta enseñándoles las vistas:
- Mirad, esa montaña, las rocas tienen esa forma porque el viento las ha ido gastando, pero en realidad parece que sean esculturas puestas ahí misteriosamente.
La verdad es que los niños no le hacían mucho caso. Montañas peladas había muchas, demasiadas según Alex, que se mareaba un poco en el coche, pero misterios por resolver tan extraños como lo de las vacas no abundaban. Así que mientras Ana no paraba de enseñarles cosas bonitas y vistas panorámicas ellos iban en en el asiento de atrás cuchicheando sobre el caso de las vacas.
- Podemos hacer como los detectives de los cuentos, solo necesitamos ser muy listos y tener una gorra y una lupa.
- Sí, seremos detectives pero lo primero, necesitamos un nombre para mi agencia de detectives, - dijo Amanda.
- ¡Y porqué tiene que ser tuya?. Yo pienso ser el detective más famoso del mundo.
- Bueno, pues entonces los dos tenemos una agencia de detectives y los dos trabajamos porque somos unos detectives muy listos y tenemos nombres en clave. El nombre de la agencia lo podemos formar con nuestras iniciales - dijo Amanda, que disfrutaba mucho siempre que podía ser ordenada y sistemática.
- Vale, pues te dejo a ti, porque a mi lo de buscar nombres con iniciales no se me da muy bien.
- Mira, ¿que te parece AMALANPA? suena como misterioso y ¿ves? son las iniciales de AManda,ALex, ANa y PAnchita. Y lo bueno es que cuando el verano acabe y papá tenga más tiempo libre ya le tenemos puesto porque la PA de PAnchita sirve también para PAco y para PApá.
- ¡¡ Amalanpaaa, Amalanpaaa!!!, me gusta, suena muy muy bien. ¿qué dices mamá? ¿que miremos donde qué cosa?, ¡ah, si! ... precioso, precioso.....
- Si, mamá todo muy bonito , muy bonito.....Oye Alex, ahora tenemos muchas cosas que hacer, lo primero es hacer una lista con las cosas que se necesitan para ser detective, tenemos que pensar, porque en realidad no creo que con una gorra y una lupa sea suficiente. Cuando lleguemos a casa tenemos mucho trabajo por delante, ¿cómo? ¿ya hemos llegado al hiper? ... Si, mamá ha sido un viaje muy bonito..... que sí, que te hemos hecho caso ... de verdad...
Cuando llegaron a casa les llevó un buen tiempo sacar toda la compra y colocar la ordenada en la cocina. Cuando por fin terminaron se fueron muy misteriosos a su habitación.
-¿Qué vais a hacer hasta la hora de comer?
- Bueno, vamos a la habitación a estudiar un poco ...ya sabes... hacer los cuadernos de vacaciones.
- Fantástico - dijo Ana, tan sorprendida que no quiso preguntar más, no fuera a ser que cambiaran de idea - Muy bien, muy bien.
- Bien - dijo Alex cuando ya estaban en la habitación - tenemos que tener un plan antimisterios. Veamos que necesitamos. Ya tenemos nombre para la agencia, una gorra cada uno y mamá tiene una la lupa de mirar los planos antiguos. En los libros de aventuras el detective siempre anota todo en una libreta. Así que empezaremos por usar una solo para resolver misterios. Mira, podemos usar esta que me compró papá para los deberes de verano. Está claro que resolver un misterio es más importante que repasar los cuadernos y yo creo que es más didáctico seguro.
Así que Amanda, con su buena letra, cogió de la mochila la libreta de deberes de Alex y escribió con mucho cuidado.
El Misterio de las vacas intermitentes
Un caso para la agencia de detectives Amalanpa
- ¿Porqué intermitentes? - preguntó Alex
- Pues porque a veces están y a veces no están.
- Ahhh, claro, claro.
- Necesitaremos algo para coger y guardar las pistas que encontremos.
- ¿Valen los botes vacíos de mermelada?
- Perfecto. Yo creo que lo que podíamos hacer es escribir lo más exacto posible lo que sabemos del caso, debemos hacerlo los dos por separado por si a uno se le escapa algún detalle.
- Buena idea, empecemos ahora mismo.
Y así enfrascados con la descripción del caso, llegó la hora de comer sin que se diesen cuenta, hasta que Ana les llamó para que pusieran la mesa. Habían estado tan concentrados que tampoco se habían dado cuenta que Ana había preparado su comida favorita. ¡Con lo bien que olía y ellos ni siquiera lo habían notado!.
Comieron dentro de casa. Ana estaba llena de energía después de la excursión de la mañana y no paraba de contarles cosas muy interesantes sobre las playas y lo importante que era que estuvieran protegidas y sobre la importancia de proteger el medioambiente. Ellos la escuchaban encantados sin para de comer.
- Mamá, ¿sabes?, hay veces que ser hijo es bueno. Yo creo que a veces incluso que mejor que ser padre. Vosotros sois los jefes, pero al final, mira, nos haces comida rica, nos paseas, o sea, que salimos ganando. Creo que en verano ser hijo es mejor que ser padre y en invierno al revés porque yo tengo deberes y tu no.
- No tengo deberes pero trabajo mucho - dijo Ana.
- Pero no tienes exámenes y no comes en el comedor del cole.
- Ay, Alex, ¡Ojalá pudiera yo tener un comedor que me hiciera comida sana y rica como a ti!. Bueno, olvidémonos del invierno que aun nos quedan vacaciones. Como lleváis un buen rato sin corretear no tenéis porque hacer hoy siesta. Podemos jugar fuera un ratito a las cartas ¿os parece?
- ¡¡¡¡Nos parece muy bien!!!!!!, dijeron los niños a la vez.
10 ANA SE INCORPORA A AMALANPA
Cuando se cansaron de jugar a las cartas, Ana dijo que podían turnarse leyendo en voz alta a los demás uno de los libros de aventuras que se habían traído. Les pareció una idea fantástica así que eligieron el libro y se instalaron en las ramas del manzano para leer y escuchar en el silencio de la tarde.
Empezó leyendo Ana, era la historia de cinco niños y un perro que se escondían en una isla para escapar de unos malvados. La historia era muy interesante pero ella ya había leído la aventura muchas veces cuando tenía la edad de Alex y Amanda, así que cuando le tocó el turno de leer a los niños empezó a entrarle sueño, lo que era normal porque a lo largo del día estaba todo el tiempo haciendo cosas.
Le estaba costando muchísimo esfuerzo no quedarse dormida y se esforzaba mucho en no cerrar los ojos. Así que, para no dormirse, intentó reconocer a las vacas que estaban en la lista que le habían enseñado los niños la tarde anterior.
- Había una con pelo en forma de flor - se dijo mientras miraba a las quince vacas en busca de margarita - También había una con motitas en la espalda, y una más pequeñita que el resto...
Al cabo de un rato era Ana la que gritaba un poquito nerviosa:
- ¡¡¡Estas no son las vacas de ayer por la tarde, y no tiene nada que ver con la luz ni con nada, estas extrañas vacas son y no son, no entiendo nada!!!.
Así, que esta vez les tocó a los niños calmar a su madre:
- Mamá tranquila, no te preocupes que nosotros lo vamos a resolver todo, ¿sabes? porque hemos creado Amalanpa y lo hemos escrito todo en libretas y tenemos gorras y una lupa que tu nos vas a dejar y ....
-Alex, ¿de qué estás hablando?
Entonces los niños le contaron lo que habían estado hablando por la mañana, y que ellos ya se habían dado cuenta de que las vacas iban y venían y que habían escrito en sus libretas todo lo que sabían del caso.
- Bueno, niños, habéis trabajado muy bien, y yo también quiero participar. Voy a hacer una cosa, voy a leer vuestros resúmenes para juntar todos los detalles.
Así que Ana se puso a leer los resúmenes de los niños. En realidad los tuvo que leer dos veces porque, por costumbre, la primera vez que los leyó se le puso el papel de madre y se dedicó a corregir faltas de ortografía.
- Pues teníais razón, parece que tenemos un misterio aquí, así que yo también me incorporo, investigaremos juntos el caso de las Vacas Intermitentes. ¡¡Por Amalanpa!!!.
- ¡¡Por Amalanpa!!! - respondieron muy solemnes los niños.
- Os voy a contar un truco que tengo para pensar mejor. En la oficina, cuando tengo que empezar un trabajo y no se muy bien por donde, empiezo haciendo cosas para las que se necesiten las manos, como ordenar papeles, doblar planos, etc y mientras uso las manos la mente se va poniendo en marcha sin que yo me de mucha cuenta y de repente suelo tener una idea, mas o menos buena, pero ya la primera idea. Así que, para que la mente trabaje necestamos hacer trabajar a las manos. Podemos ir a la cocina y preparar rosquillas para la merienda. ¿ vamos?.
- Sí, ¡¡vamos!!
Y con la excusa de que estaban trabajando la mente, no solo hicieron las rosquillas sino que una cosa llevó a la otra y cuando se dieron cuenta ya se habían comido entre los tres más de la mitad de la enorme fuente que habían preparado.
Estaban acabando la que habían decidido que sería su última ronda de rosquillas cuando apareció Panchita, que, una vez más, demostró que en lo que se refería a merendolas, tenía un gran instinto. Cuando acabaron de merendar salieron al patio a jugar con la perrita. Al cabo de un rato, cuando estaban todos agotados de correr y reír llamaron a Ana para seguir la investigación bien repantigados en el manzano.
- Bueno, pues hemos movido las manos, hemos merendado, hemos corrido, reido y jugado, pero, yo no sé vuestras mentes pero la mía está un poco así como con cansancio no parace que esté mucho por la labor de pensar.
- A la mía también le pasa lo mismo, está demasiado cansada para pensar.
- Bueno - dijo Aná - hay veces que descansar un poco también es bueno para que la mente trabaje, yo, desde luego, pienso quedarme aquí un ratito disfrutando de la tranquilidad, del silencio, de esta paz....
- ¡¡AAHHH!!! - Grito Amanda estropeando a la vez la tranquilidad, el silencio y la paz de Ana.
- ¿Qué pasa ahora?
- ¡Que otra vez son ellas, vuelven a ser nuestras vacas!!!
Ana miró y efectivamente, ahí estaban Margarita y Jaspeada y Nenita y las demás. Justo en ese momento vieron pasar por delante una camioneta llena de estiércol.
- Pues serán intermitentes pero, además, ¡¡cuanta caca hacen!!
- Fijaos en una cosa, cuando miramos a las vacas antes de la hora de la merienda no son las nuestras y sin embargo cuando las vemos después de la merienda ya vuelven a estar Margarita y las demás, así que mañana nos vamos a quedar a vigilar para ver que es lo que sucede realmente. Esto es una aldea y en el rural todo sucede por una lógica racional, por economía de medios, ya veréis como todo tiene una explicación muy simple. Seguro que entre mañana y pasado ya hemos solucionado el problema - dijo Ana, muy práctica y sensata ella.
11 TODO SE EXPLICA
A la mañana siguiente los niños estaban muy nerviosos porque por la tarde iban a estrenarse como detectives ya que iban a montar guardia en las ramas del manzano. Este verano estaba resultando fantástico. Estaban haciendo cosas muy interesantes que no solo no habían hecho nunca sino que, además, muy difícilmente hubieran podido hacerlas en la ciudad.
Como el plan de vigilancia estaba previsto para después de comer, Ana aprovechó la mañana para llevarles de excursión a ver algo de cultura, así que se fueron a ver el Dolmen de Dombate y el castro de Borneiro. Los niños habían dado la cultura castrexa en clase pero no les vino nada mal que Ana les repasara algunas cosas. Quedaron muy admirados de las pinturas del interior del Dolmen. Después se fueron hasta el Castelo de Vimianzo.
- Bufff, mamá, lo hemos pasado muy bien pero solo saber que todo que hemos visto es cosa así de cultura y de colegio, ya me agobia un poco - dijo Alex.
- Pero hombre, así cuando en clase te hablen de castros y dólmenes tu ya sabrás casi todo de lo que te expliquen porque lo has visto de verdad en el sitio, así que para entonces te tocará trabajar menos.
- Ah, bueno si es así , en plan inversión de futuro me parece bien.
- De todas maneras, mamá, con tanto aprender, yo ya tengo mucha hambre.
- Está todo previsto, vamos a comer de picnic en el pinar de la playa y al acabar nos volvemos rapidito a casa para empezar nuestra investigación vigilando a las 15 vacas sospechosas.
- Uhmm!!!, ¡que bueno! ¿que vamos a llevar rico para comer?
- Todo un festín: tenemos un poco de empanada de bonito, media tortilla de patata, filetes empanados y fruta.
- Mamá, ¡eres la mejor!
Así que se marcharon contentos a la playa y después de un baño rápido extendieron la manta de picnic en el pinar y sacaron todas las cosas ricas que habían llevado. ¡Que rico sabía todo con la diversión de la investigación que les esperaba. Cuando acabaron, reposaron apenas unos minutos y emprendieron camino a casa. Por el camino se les unió Panchita que siempre olía cuando había novedades divertidas.
- Panchita, que bien, vente con nosotros que vamos a hacer una investigación muy interesante.
Panchita por toda respuesta movió el rabo más rápido, agarró más fuerte su piedra y se fue trotando a pasitos cortos detrás de ellos.
Al llegar a casa se sentaron en las ramas del manzano dispuestos a descubrir el misterio.
Durante la primera hora no pasó nada, salvo que Panchita se quedó dormida y sus ronquidos eran tan fuertes que los niños estaban convencidos que tenían que estar oyéndose por todo el pueblo.
- Bueno, como perro detective no es lo que se dice muy despierta. Aunque bien mirado, como ronca tan fuerte así evita que nosotros mismos nos quedemos dormidos .
Porque la verdad es que estar en las ramas de un árbol después de comer, vigilando a unas vacas que están sesteando sin parar de masticar se estaba convirtiendo en algo un poquitito aburrido, vamos, que todos estaban casi empezando a quedarse dormidos. Alex dió una cabezada tan fuerte que su propio movimiento le despertó y en ese preciso momento se quedó con los ojos abiertos como platos mirando a las vacas.
- ¡Amanda, mamá!, ¡mirad, despertad!, ¡Se las llevan!, ¡Se las llevan!
Y nuestros tres espabilados detectives vieron con ojos de asombro como las 15 vacas se metían en fila de a una en el cobertizo y al poco rato salían las quince vacas de verdad, las auténticas: Margarita y sus compañeras.
- O sea, que por alguna extraña razón a las cinco de la tarde más o menos, el vecino da el cambiazo y pone unas en vez de las otras y se supone que a primera hora de la mañana hace lo mismo. Éstas que acaban de salir duermen en el pasto y a primera hora las mete en el cobertizo y saca a las otras.
- Pues no entiendo porque lo hace porque la finca es enorme y los pastos son lo suficientemente grandes para que estén a la vez, 15, 30 o 45 vacas.
- ¿ Y qué tenemos qué hacer ahora para descubrir el misterio?.
- Bueno - dijo Ana - estoy segura que el granjero es un buen hombre y no creo que de verdad esté ocultando algo extraño. A lo mejor son técnicas nuevas de ganadería que nosotros desconocemos. Pero si le preguntamos abiertamente a lo mejor piensa que somos un poco mal educados por meternos en sus cosas. Lo consultaré con la almohada, como suele decir la abuela, y mañana seguro que sabremos que es lo que es mejor que hagamos.
12 UN MISTERIO FÁCIL Y UNA VIDA COMPLICADA
A la mañana siguiente, como Ana había supuesto, tenían ya un plan de investigación: Irían a la granja muy, muy educadamente y le preguntarían al granjero si les podría enseñar como funcionaba la granja, porque como eran de ciudad no habían estado antes en ninguna.
Así que después del desayuno y de las prácticas de clarinete se dirigieron los tres a la granja.
- Buenos días - dijo Ana - me llamo Ana y estos son mis hijos Amanda y Alex, estamos pasando el verano en la casa vecina y nos preguntábamos si sería tan amable de podernos explicar como funciona la granja y si podemos verla por dentro. Verá los niños no han visto nunca ninguna, bueno, en realidad yo tampoco he estado nunca dentro de ninguna ni he visto nunca ordeñar a una vaca.
- Oh, bueno, ahora me pillais un poco ocupado, así que solo podré atenderos poco tiempo. Me llamo Aquilino, venga, pasar y os enseñare un poco rápido como funciona todo, si queréis saber más cosas podéis venir otro día con más calma. Mirar, estos son los pastos, donde se pasan prácticamente todo el día las quince vacas de la granja. Aquel edificio es donde está la ordeñadora. Tenemos un sistema de ordeño de última tecnología que evita posibles infecciones ya que todo está automatizado. En la sala de ordeño también se pesa a las vacas y se las examina por si hay que darles algún suplemento a su dieta y ese cobertizo de ahí , el que se ve desde vuestra casa es el establo, donde las recogemos de noche para dormir.
- Ah, ¿así que hay quince vacas?, ¿y solo van al establo a dormir? - preguntó Alex imitando la voz de los detectives de las películas americanas.
Ana, viendo que a Alex se le iba a escapar lo que sabía decidió ser sincera con el granjero, per eso sí, "muy muy educada"
- Mire, Aquilino, para ser sinceros, la verdad es que hay una cosa que nos tiene intrigados. No querríamos que nos tomara por metomentodos, pero es que vimos como por la mañana y a media tarde salen unas vacas del establo y entran otras y nos preguntábamos si sería quizá una técnica ganadera nueva o algo así.
- ¡Ay, ay, ay! - empezó a lamentarse Aquilino - ¡He complicado mi vida! ¡ay, ay, ay! ¡desgraciado! ¡he complicado mi vida! ¡desgraciado!.
Los niños se quedaron mudos de asombro y solo atinaron a mantener la boca muy abierta con todo el cuerpo totalmente inmóvil.
- Tranquilo, hombre, cálmese, no se de que está hablando pero por favor, cálmese un poco. Mire, nosotros solo estamos de veraneo, si esto es tan terrible, no se preocupe que no le vamos a contar nada a nadie, no se preocupe y por favor, cálmese un poco, hombre.
- ¡Ay, ay, ay!, fui un insensato. Vereis, este invierno solicite una ayuda a la Xunta para cambiar el sistema de ordeño y me dieron el dinero necesario para montar una sala automatizada de ordeño para las 15 vacas de la granja. Pero la cosa es que cuando iba a hacer la reforma, Paco o da Serpe, que tiene una granja en Camariñas, me ofreció 15 vacas a muy buen precio, así que el dinero de la ayuda lo gaste en comprar 15 vacas más. así que las vacas las seguimos ordeñando con ordeñadoras antiguas. A afectos de censo y cuota lácteasigo teniendo 15 vacas así que la leche de las otras 15 la vendo sin declarar, digamos que de forma un poquito ilegal.
- ¡Pero hombre, pero hombre!, engañar a la Administración está muy mal, porque la administración somos todos y si todos hiciéramos lo mismo las cifras de las estadísticas siempre serían falsas y así no se puede planificar nada, ni programar ayudas, ni... - soltó Ana dejándose llevar por su gran dosis de integridad y ciudadanía civilizada europea, como buena urbanista que era - Pero no entiendo para que se monta tanto trabajo entrando y sacando vacas, porque es muy feo engañar a la administración, pero también es verdad que engañarles es muy fácil, porque no hay inspecciones y nunca se van a enterar, podría ahorrarse tanto trabajo.
- Sí, eso pensaba yo también, pero resulta que la señorita que me atendió, me ayudó a rellenar los papeles y consiguió que me dieran la ayuda, quién lo iba a decir resultó ser Paloma, la nieta de la Señora Josefa, que vive en la casa azul después de la panadería. Hace tanto tiempo que vive en santiago que no la reconocí, pero resulta que para mi mala suerta a venido este verano a ayudar a la abuela que anda con lumbago. Y mientras Paloma esté en el pueblo tengo que arreglarmelas para esconder las vacas para que todas pasten y que siempre parezca que solo tengo 15. Me paso el día sacando y metiendo vacas y llevándome fuera el estiércol sobrante, porque claro, treinta vacas producen el doble de estiércol que quince.
- ¡Claro! - exclamaron los niños a la vez - ¡por eso había tanta caca de vaca!.
Y así fue como Amalanpa dió por resuelto su primer caso. En realidad la investigación había sido un poco corta y no se puede decir que hubieran corrido aventuras peligrosas, pero como agencia de detectives había sido un éxito, habían trabajado juntos y habían encontrado la solución.
Esa noche por fín llego Paco de su viaje de trabajo y ahora podría estar con ellos toda una semana entera disfrutando de las vacaciones, de la playa y de la casita.
Cuando entró por la puerta lo primero que dijo fue.
- Uff, está todo el camino lleno de caca de vaca, no sé como esas pocas vacas de enfrente pueden hacer tanta caca ellas solas!!
- ¡¡Ja, ja, ja, papá, pregúntale a Amalanpa!
Paco puso una cara tan graciosa de no entender nada que Ana casi se atraganta de la risa antes de contarle todas las aventuras que habían vivido.
FIN