Matarile perdió la llave de juguete de su infancia con la marca de sus dientes. Recordaba que había rebuscado y llorado días y días, pero nadie la supo encontrar. La impotencia de aquel día marcó su vida. Creció, fué a la universidad y obtuvo el título de detective submarino de llaves extraviadas. Matarile encontraba las llaves de puertas, baules, diarios, candados, maletas...
Durante años se sumergió en el fondo del mar sin traje de neopreno. Tenía óxido hasta en las pestañas de tanta salitre, el cuerpo con rojeces y los ojos irritados por no haber usado gafas de bucear. Aguantaba la respiración horas hasta que la llave aparecía. Con sus ahorros compró un nautilus para trabajar con mejor calidad de vida. Con los años quedaron obsoletas las llaves que hacían funcionar muñecos, abrían diarios y agendas.
Cuando la llave tradicional fue sustituída por tarjetas y llaves de plástico Matarile decidió que era hora de adaptarse a los tiempos. Se zambulló en el mundo de las llaves de ikea y montó vidas al estilo escandinavo.
Sonrisas mil
Nolis
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ResponderEliminarNo sé porqué, al leer el título, me imaginaba una historia romántica...y tardé un rato en pillar el sentido de la referencia a la canción!!
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