martes, 28 de mayo de 2024

Claro de luna

- ¡Me tenéis frito!- grita el director de la orquesta. 

El ensayo no fluye, pese a que empezaron a afinar los instrumentos recién estrenada la tarde. La laguna está tranquila o lo estaba hasta el estallido furioso del director. El escenario no es otro que la orilla de la laguna. 

La orquesta está ¡encantaaaada!, sí bajo el influjo de un encantamiento. El director es un cisne y las integrantes de la misma son ocas.

La pieza a tocar en breve, si el cisne remedia la indisciplina de sus integrantes, será"el concierto de aranjuez". 

La oca violinista se incorpora a su primer ensayo llegada de un balneario y ni idea de la partitura. Así la cosa...no fluye.

La oca del violonchelo, ya lo dijo más de una vez en los ensayos, se aburre con esta pieza tan larga y despierta con los graznidos del director. Así la cosa... no fluye. 

La oca de la flauta, si la pieza es breve cual historia rápida, ensaya concentrada, sino pintarrajea las esquinas de la partitura. Así la cosa... no fluye.

La oca del arpa, si la música que van a tocar tiene letra y en la misma hay la vocal e, ¡ ni se esmera! Y si se esmera se pone a llorar. Así la cosa...no fluye

La oca trompetista ensaya cuando no está por Zaragoza, resfriada o se presenta con gafas de sol. Así la cosa... no fluye.

La oca de los platillos, cuando tiene que tocar primero explica cómo es el sonido. Así la cosa...no fluye.

La oca del clarirete ensaya si ya volvió de Santillana o le apetece o no está en el club de lectura. Así la cosa... no fluye.

Atardece. Los colores terrosos comienzan a inundar el cielo .Y la oca del oboe, que adora el color dulce, empieza a desafinar. Así la cosa... no fluye

La oca de Monforte aún no se aclimata a la laguna, ¡ten morriña! y casi prefiere la cocina a tocar la tuba. Así la cosa... no fluye

La oca que toca el trombón de varas, nueva en la orquesta, en los descansos ofende e insulta a todo el mundo empezando por el marido. Así la cosa... no fluye.

Y... el cisne, director de la orquesta, consciente de que es la hora, de que la luna emite mucha luz, de que llega el claro de luna rompe en dos la batuta. 

La oca del piano, que si llueve no ensaya, es la primera en detenerse en seco. 

El sonido de los demás instrumentos se silencia poco a poco. Se apaga todo acorde.

Una mujer aparece blandiendo una rama. Tiene el cabello cristalino y un vestido de agua. Destila amor.

Las ocas graznan a su alrededor y los nenúfares le abren paso.

- Cariño mío, no te alteres y ten otra batuta- le dice al cisne poniendo la mejilla en su mejilla. Por unos segundos el cisne grandioso se transforma en un hombre. 

 En otoño se estrenará el concierto de aranjuez, pieza musical favorita y propuesta por la bruja. Con su estreno se pondrá fin al encantamiento. Las ocas volverán al taller de escritura, que es lo suyo. El cisne volverá a ser un hombre y su amada dejará de aparecer solo con el claro de luna.

Feliz verano y sonrisas mil

Nolis

sábado, 25 de mayo de 2024

 

LOS CUENTOS DE LA CLASE

 

El martes 30 de enero comenzamos, Mari Carmen nos recordó a Alfonsina Stormi, Tú me quieres blanca, nívea, alba, casta, y su último poema, Voy a dormir. Nolis sugirió escribir un relato contado en primera persona, como contar un secreto al diario. Unos días antes yo había dado un paseo por calles del pasado, y así lo conté al martes siguiente, el 6 de febrero. El martes siguiente, y 13, de febrero, fue Carnaval, y no hubo club.

Para el martes 20, Juan había propuesto escribir sobre un personaje querido por cada uno. Yo leí El sonido de las tijeras, la búsqueda del recuerdo. El martes 27 leímos microrrelatos, historias contadas muy rápidamente, como las que imagina El dragón dormido.

Marzo comenzó con la sugerencia de Begoña: el poder evocador de la cocina, un olor … y yo intenté hacer Arroz con chícharos y patacas novas. Para el martes 12 preparamos la respuesta a una pregunta, E ti de quen ves sendo? Que propuso Mucha. Aunque también puede ser que hiciéramos al revés, primero contestamos la pregunta y luego cocinamos, ¡qué más da! Para el 19 de marzo Maica propuso ¿De qué quieres hablar tú? Yo visité la catedral para comprobar que la gente ya no se confiesa en aquellos cubículos de madera de antes, ahora allí hay sillas, tuve que entrar en otras iglesias para encontrar inspiración. El día 26 fue Semana Santa y no hubo reunión, y así pasamos a abril.

El día 2 llevamos un relato de pura ficción, como propuso Teresa, cuanto más ficción mejor. Yo llevé Todo es mentira, después de ver a José Sacristán en Un hombre llamado Flor de Otoño y escuchar la canción de Aznavour. El martes 9 entramos en La cabaña que nos sugirió María Hermida. Yo me puse a leer a Walden, pero no saqué mucho en claro, tan solo el consejo de “corre a buscar aventuras … y allá donde te atrape la noche, siéntete como en casa”. Para el martes 16 tuvimos que escribir un relato sin la letra e, como propuso Maica. Por mi parte: fracaso total, pero bueno, ¡menos mal que comimos gominolas con Lola y Nolis y visitamos Japón con Marta! El día del libro leímos, claro, y llevamos un relato con un protagonista de libro o de una obra de arte. Yo recreé a Suzón, la camarera del Follies Bergere del cuadro de Manet. Maica se atrevió a enfrentar a Cervantes con su criatura en un duelo sobre el escenario, mientras que Marta nos presentó a una clase de unos niños muy particulares, a la espera de saber quien sería su próximo profesor. Terminó el mes de abril con el desnudo que propuso Juan. Yo escribí sobre mi desnudo favorito, el cuadro El origen del mundo, de Courbet, ¡¡un escándalo!!

Llegamos a mayo monologando el día 7. Yo imaginé a Un vello mariñeiro, pescando potas. El martes 14 todos a una puxémonos a escoitar. Así se apareció Luisa Villalta bajando a la playa en un descanso del instituto. Ese día nos visitó Mucha, inolvidable. El día 21 fuimos conscientes de que esto se va terminando hablando de ventanas. Yo estaba dentro de un bar un día de lluvia, buscando el recuerdo que trae una gabardina de un hombre que pasa por la calle. Y para nuestro último día, ¿qué sorpresas habrá? ¿Quién sabe? quizá viajemos a Aranjuez… ¡qué cortito se nos ha hecho!

miércoles, 1 de mayo de 2024

¿QUÉ ES ESO?

 


-¡Jamás se ha visto nada igual! Esto no debería verlo nadie, ¡jamás! Su exhibición sería un verdadero escándalo. Nadie puede verlo.

En las calles de París reina el Segundo Imperio. Napoleón III tiene bigote y una perilla bien poblada. Viste con uniforme o levita oscura, aparece retratado siempre correcto y elegante. En esos días, un muchacho toca el pífano. Su figura es perfecta, clásica, equilibrada. Pero no por ello ha sido aceptado en un salón. Los jueces del arte son más bien conservadores, no toleran muchos atrevimientos, y ¡qué es eso de que detrás del muchacho no haya un fondo! ¡Cómo si el artista tuviera tanta libertad!

También en esos días se inaugura un nuevo mercado, unas nuevas avenidas. Todo está alineado, recto, perfectamente organizado. Todo es nuevo, pero no demasiado. Y, de repente, hay un rumor que se expande por todas partes. Parece que un lienzo contiene un desnudo… diferente. Corre la voz de que Courbet ha pintado algo, algo que no debería verse, ni siquiera pronunciarse. En el fondo, no es nada más que una tela sobre la que se acumulan unos trazos de diferentes colores, pero su realismo es intolerable, podría ser un peligro.

- ¡Imagínense eso visto por un niño, por un muchacho joven! Sería una provocación, sin duda.

El encuadre es atrevido, el ojo del espectador se sumerge en una imagen demasiado veraz. La perspectiva lleva a un lugar imposible de ver en calma. Los nervios de los críticos se encrespan. Dicen que no es una gran escena, no hay héroes, mitos, heroínas bíblicas, sueños. Pero ¿qué es eso de mostrar la carne sin una explicación? ¿Dónde queda el romanticismo?, ¿el misterio? Delacroix lo ha dicho muy bien: Courbet malgasta su talento, el tema no es elevado. Vamos a ver, ¿qué representa eso realmente?

Parece que el origen de la tela está en un encargo de un diplomático. Un viejecito simpático que colecciona estampas subidas de tono. Un inconsciente. Menos mal que, después, cuando el lienzo se descubre tras una subasta, alguien lo tapa con una tela y lo arrincona, llevándolo al fondo del almacén. Por suerte, por lo menos, no lo quema.

-¡Tapadlo!, que no lo vea nadie.

-Yo me lo llevaré a mi casa de campo, no me gustaría que alguien lo descubriera en mi salón.

Pasa el tiempo, el lienzo triunfa, se exhibe en una sala de un museo. La gente lo mira asombrada. Eso sí, siempre hay alguien vigilando.

-Mamá, ¿qué es eso?

-Eso, mi amor, es el origen de todo. Ahí están guardados todos los niños del mundo.

- ¿Ahí caben los niños? ¿Y por dónde salen?

-Pues, los niños entran por esa pequeña puerta cuando son algo muy, muy pequeñito. Duermen en esa barriga y, cuando ya están preparados para la vida, salen también por ese pequeño lugar.  

- ¿Ahí estuve yo?

-Tú, yo, todos nosotros. Y ahí se guardarán los hijos de tus hijos. Sólo hace falta introducir una pequeña llave. Pero bueno, eso no sólo sirve para guardar a los niños antes de nacer, también puede … pero mejor eso otro día te lo cuento.

 Imagen censurada por el servidor ...

martes, 2 de abril de 2024

ES TODO MENTIRA

 

El detective Madison tiene un nuevo encargo. Un hombre quiere localizar, saber dónde está, a un sobrino, el único hijo de su única hermana. El cliente facilita al investigador un único dato de su sobrino: vive en la calle Sarasate, en Barcelona. O vivía. Lo sabe porque las últimas cartas que recibió de su hermana llevaban esa dirección bajo el nombre del remitente. Luego, los hermanos se enfadaron y dejaron de hablarse, ni siquiera, por carta, como hacían desde hacía años. De esto hace una eternidad.

¡Cómo se arrepiente ahora! Sabe que su hermana ya no vive, se enteró de su muerte casi sin querer. En una conversación trivial alguien lo dijo sin saber la tristeza que esa noticia iba a provocar. Fue como una patada. Se dio cuenta de cuánto había perdido al comprender que ya nunca sería posible un reencuentro. Se hizo demasiado tarde para lamentos. No es con ella con quien puede volver a hablar. No puede cambiar lo que pasó, pero con su sobrino puede ser diferente. Aunque debe darse prisa en encontrarlo porque a él no le queda ya tampoco mucho tiempo.

El cliente no tiene hijos pero sí un buen patrimonio. No tiene descendientes, no tiene quién le herede. De su apellido no quedará nadie, salvo su sobrino. Quiere saber cómo es ese hombre, qué hace, a qué se dedica, si tiene familia. Quiere saber si es merecedor de todo lo que el cliente dejará a su muerte. Quisiera imaginarlo como un hombre de bien. Carlos, su sobrino, fue lo que antes se llamaba un hijo de soltera, por eso lleva el apellido de su madre, Borrazás. Por eso, tío y sobrino se llaman igual, Carlos Borrazás. Su hermana no se casó, simplemente tuvo un hijo y se fue de la casa familiar. Ésa precisamente fue una de las razones de la pérdida de contacto con su familia. En aquellos años, la vergüenza pudo con todo.  

-Entonces, Carlos Borrazás, ésa es la persona a buscar, concluye Madison

-Sí, Carlos Borrazás, como yo

-En la calle Sarasate, en Barcelona

-Sí, Sarasate, 20, 4º Izquierda, para más señas

-No parece difícil. Acepto el trabajo. En unos días tendrá noticias mías.

 

Como Madison siempre va al grano, al día siguiente coge el puente aéreo Madrid Barcelona. Cuando llega a su destino, simplemente dice al taxista: Sarasate, 20. Y cuando el hombre arranca, simplemente le pregunta: ¿de casualidad conoce usted a un tal Carlos Borrazás?

-No me suena, la verdad. Barcelona es muy grande, señor. Viven aquí más de un millón de personas.

En el cuarto izquierda no abren la puerta. Madison, cansado del vuelo, decide meterse en un bar y beber algo. Sin pensar mucho, se mete en el primero que encuentra, en esa misma calle.

 

Noche. Interior. Local con un escenario a media luz. Mesas, gente bebiendo, fumando, riendo. Una figura sale tras de una cortina. Viste un precioso vestido de terciopelo negro, con tirantes finos que dejan ver unos brazos delgados, algo musculados. Puede disfrutarse de la visión de un cuerpo esbelto, bien formado. El cuello y los hombros están ocultos bajo una estola de plumas. El rostro está también oculto bajo una redecilla no muy tupida. El pelo recogido hacia atrás, corto, se encrespa un poco en la zona de la nuca. Unos zapatos de tacón también negros lucen en unas piernas fabulosas, bien visibles al sentarse en un taburete.

La figura comienza a bailar, se mueve maravillosamente bien. ¡Qué movimientos de cadera!, giros lentos, suaves, con unas manos delicadas moviendo sus dedos perfectamente al compás de la melodía. La figura de negro va perdiendo prendas, como si fuera un juego. De repente, hacia el final del espectáculo, el público murmura. Pero… ¡si es un hombre! Y es que el número acaba con un desnudo integral.

 

-¿Es usted Carlos Borrazás?

-Sí. Vivía con mi madre sí, aquí en la calle Sarasate, pero no en el número 20, 4º izquierda. Vivíamos aquí mismo, en el cuarto de atrás del local. No recuerdo nada de un tío. Mi madre no sabía nada de su familia desde hacía siglos. Tuvo un hijo sin casarse y se fue de casa de sus padres, sin más. Yo era todo lo que ella tenía. La cuidé hasta el último de sus días. Trabajo aquí, soy el decorador, soy también mi propio estilista, modisto y peluquero. Tengo mi número especial. Soy el artista principal. Toda Barcelona viene aquí para verme. Pero no se equivoque. Soy ordenado, disciplinado y cumplidor. Formal como el que más. Un hombre como debe ser. Me visto por los pies, aunque sea un vestido de terciopelo negro. ¿Qué quiere usted de mí?  

-Creo que usted es el único heredero de su tío, y su tío quiere saber de su vida, quiere saber si usted es merecedor de su fortuna, de heredar su nombre.

-Pues cuéntele lo que acaba de ver, y explore su gesto. Y luego, después, cuando mi tío tome una decisión, dígale ¡Es todo mentira!  



sábado, 30 de marzo de 2024

 


HABLAR

Un hombre está arrodillado en un confesionario. Acaba de llegar a la ciudad, la meta de su camino. Lleva caminando días y días. Fuera de su casa, cansado, está confundido, como si su mundo se hubiera venido abajo. Se ha dejado crecer la barba, él que siempre ha ido bien afeitado. Sin embargo, sí se ha cortado el pelo. A él, que siempre ha ido bien peinado, su cabello largo ahora le molestaba. Por el contrario, la barba que le crecía, ahora le gustaba. Todo eran cambios.

El cambio físico es indudable también en su cuerpo. Está más delgado, es más ágil, parece más atlético. ¡Lógico, ha caminado tanto! Ha sufrido contra el viento, la lluvia y la soledad.

Arrodillado ahora, antes ha estado un buen rato sentado en un banco, en la nave central de la inmensa catedral. Se ha quedado allí mirando la luz que entra por las ventanas, a través de los cristales de los laterales. Y se ha puesto a pensar en silencio. Le han asaltado las ideas, los pensamientos, las emociones. Y no ha podido quedarse quieto. Necesita hablar, contar, expresar. Mira a su alrededor, no hay nadie a quien pueda confesar lo que siente. No conoce a nadie aquí, es un recién llegado, ningún rostro de los que pasan cerca le resulta conocido.

Buscando una mirada cómplice, ve el confesionario libre y no puede resistirse, se lanza a él. Tan rápido que tropieza con el banco. Ahora que cree ver iluminado el pequeño hueco en el interior tras la celosía, no se le escapará la oportunidad de hablarle a quien esté al otro lado, seguro de que su oyente le escuchará con atención. No le quedará más remedio. Se arrodillará y empezará a contar, sin pedir permiso.

Arrodillado, ¿qué quiere decir? ¿Qué necesita contar? No es nada en concreto, nada importante, nada en particular. Ni grandes pecados, ni, por supuesto, delitos, ni tampoco pequeñas faltas. Sólo quiere ser escuchado. Quiere que alguien le dedique toda su atención, encontrarse con alguien que esté dispuesto a comprenderle.

El hombre habla y habla. Cuenta lo que le ha pasado todos estos días, mientras caminaba. Cuenta acerca de la gente que se ha encontrado, las conversaciones que ha tenido, la sorpresa que se ha llevado al oírse a sí mismo decir a un extraño ciertas cosas. Ha hablado, sin querer, de felicidad perdida, de deseos frustrados. Se lo ha dicho a otros cuando, antes, nunca se había parado ni siquiera a pensar en ello.

Pero ¿qué quiere realmente? ¿Qué es lo que quiere ahora, ahora que ya ha hablado? No ayer, ni hace un mes, o un año. ¿Qué quiere realmente?

“Quiero que me escuchen, por eso hablo. Perdona, señor, mis pecados. Adiós”

El hombre se levanta. Le sorprende el silencio desde el otro lado de la rejilla. ¿No hay absolución? De pie, se fija en el cartel.

Cerrado. Confesiones a partir de las 7.

Son las seis y media. Parece que nadie le ha escuchado. Y entonces, ¿con quién ha hablado tanto? ¿Quién ha oído sus palabras? No puede creerlo. Porque, mientras hablaba, le parecía que, alguien, desde lo lejos, desde la oscuridad que ahora ve en el interior del cuerpo de madera, asentía a todo lo que él iba diciendo.

¿Habló, entonces, con Dios? No, sin duda, no cree que sea eso. Dios no estará ahí para oír sus batallitas. El hombre se dio cuenta de repente: habló consigo mismo.

El hombre sale a la calle. La tarde se ha iluminado, el sol ha salido de entre las nubes. La lluvia ha parado y la luz reina ahora. Tiene toda la tarde por delante para respirar un poco al aire libre. Paseará por las calles, mirará las casas antiguas, las ventanas con balcones, los …

-Pero, qué caray, mira quien viene hacia aquí

-¡Hola!

-Hola. ¡Has llegado!

-Sí, conseguí llegar. Creía que no, pero sí, he llegado.

-Yo he entrado ya en la catedral. Yo, ¡totalmente un demonio! ¡Hasta me he confesado… sin un cura!

-¡Ja! Yo voy a entrar ahora. Salgo en un momento. Espérame. Que salgo y hablamos. ¡Tengo tanto que contarte!

-Sí. Hablamos.

miércoles, 6 de marzo de 2024

El don de la creatividad


 En las vacaciones de carnavales Áfrika recluta en la cocina a su marido y sus dos hijos. Hacen falta manos para estirar y freir orejas. El día anterior ella amasó con energía.

 A los niños les pide que estiren muy muy despacito con las puntas de los dedos ¡para que no se rompan! Áfrika sabe que las romperán y las moldearán como hacen con la plastilina de clase para que sean rosquillas

Su marido y ella están a lo que hay que estar y sin mirarse a los ojos. Y sin mirarse. 

Él " estilo Arguiñano" con el mandil atado hacia adelante y un paño enganchado. 

El olor de la piel de la naranja moviéndose en el aceite les indica que es hora de freir. 

Los niños moldean rosquillas entre risas como si les hiciera cosquillas la masa en las manos, mientras su padre parece un artista modelando la masa dentro de la sartén con los tenedores, para darles forma de oreja. África, a medida que su marido las fríe, las pone sobre un papel absorbente con cuidado de que no se rompan. Se turnan. Ahora es ella quien fríe.

Áfrika y su marido siguen atentos a lo que tienen que estar, sin mirarse a los ojos. Pero la atracción se palpa a pesar del sonido del extractor. 

En toda la cocina se mezclan los olores de las orejas recién hechas: anís, ralladura de limón, mantequilla y las risas de los niños...

Áfrika y su marido terminadas las orejas mandan a sus hijos con una bandeja de ellas a la salita de estar donde están los abuelos. Y los niños se van en una ardua discusión sobre quién hizo las rosquillas mejor y más redondas reclamando la atención del abuelo.

 Áfrika y su marido están solos, ¡se cruzan las miradas por fin! Me van a concebir a mí. A su tercera hija. Mi padre quita la cinta roja que atrapa el pelo impetuoso de mi madre de gruesos labios y cuerpo redondo. Mi padre, de barba castaña y ojos claros, se desata el mandil. 

Un torbellino apremia las manos expertas de ambos. El suelo se cubres de prendas.


"¡Pero bueenooo! Alguien se acerca por el pasillo en el momento crucial en el que mis padres están a lo que tienen que estar. Mi futura vida está en peligro y no puedo gritar ni hacer algo como cruzar los dedos o rezar". Es la voz de mis futuros hermanos la que interrumpe los pasos de mi futura abuela al gritarle: el abuelo dice que las rosquillas de los dos están perfectas ven tú a decidir, abuela". 

Obvia decir que a los nueve meses de aquel día creativo nací yo.

Sonrisas mil

Nolis

viernes, 1 de marzo de 2024

Mi Personaje querido


 Mi personaje es La Lectura. Con peinado a 100 r.p.m. y vestido de vuelo adornado con muchas mariposas.

La Lectura fue al colegio a aprender las letras en una cartilla de color verde. La letra A tenía una araña dibujada. La letra e el dibujo de un elefante, la i el dibujo de una iglesia, con la o el de un oso y con la u la uva. 

La Lectura lleva los brazos desnudos y preparados para acercarse al libro, la tablet o el ebook a la altura de los ojos 

Sus padres, cuando La Lectura era pequeña, le leían cuentos como la cenicienta, el rey Midas, el soldadito de plomo. Ella recuerda el cuento del gato con botas, regalo de su abuela, cuando enfermó de paperas, y el cuento de la pequeña lulú, que contaba la historia de una niña con dos coletas morenas que dirigía el tráfico en una ciudad pequeña, con un silbato reluciente y blanco. Y los tebeos de Tom Sawyer que su madre le compraba por no llorar, cuando le ponían inyecciones.

Cuando La Lectura supo leer bien, empezó a escribir a lápiz primero, si se equivocaba borraba con una goma Milan que no dejaba marcas en la hoja de la libreta. Después con bolígrafo y tuvo temporadas en que usó pluma.

Se hizo mayor y empezó a leer libros románticos y portaba como complemento un pañuelo de tela, por si acaso. ¡Ah!, se me olvidaba decir que cuando acaba de leer un libro suspira igual que los gajos de las mandarinas. Hoy por hoy se puede decir que ya leyó de todo; por lo que su amigo Diccionario la animó a participar en un taller de escritura creativa. A Lectura le está gustando tanto ir a clase como disfrutar de los días de primavera y verano juntos.

Sonrisas mil.

Nolis










Claro de luna

- ¡Me tenéis frito!- grita el director de la orquesta.  El ensayo no fluye, pese a que empezaron a afinar los instrumentos recién estrenada ...