Los días de piscina Merchi sale de casa con una alegría que se le nota. Hasta que llega al pabellón las canciones le nacen de forma espontanea: Chiquitita dime porqué, vamos a Noa, Noa...Y eso que en el horario de mañana, las personas que nadan son mayores que tienen, quizás, el derecho a quejarse de no sé cuántos dolores.
Merchi canta en el vaso, el vestuario, el pasillo, cuando se mete en la ducha los pupurrís de canciones se mojan: yo tengo unos ojos negros quién me los quiere comprar, bésame, bésame mucho como si fuera esta noche, cucurrucucú palomaaaa, cucurrucucú cantaba, mi niña Lola, si nos dejan nos vamos a querer toda la vida.
Llega otra nadadora y se coloca en la ducha contigua Merchi se calla, pues le está diciendo algo. Una lista de las enfermedades de todos los miembros de su familia y cuando termina sigue con las desgracias de gente famosa, las guerras, los rusos, ucrania, los palestinos, Gaza...
Merchi ahora retoma con más ahínco su popurrí consiguiendo que la otra se una con un estribillo pegadizo.
Las ganas de llorar se pasan cantando.
Sonrisas mil
Nolis

