Al lado de la biblioteca colocaron un mercado provisional de abastos, mientras rehabilitan el antiguo. Hoy que yo tenía un poco de tiempo entré a curiosear. Muy pobre. Esa fue mi conclusión. La estructura que albergaba seis puestos, dos de ellos ya en traspaso, era enorme. Había poquísimos clientes, no sé si era lo habitual o por la hora, ya pasaba de la una de la tarde. En el centro del pasillo había un buzón de papá Noel. Me agaché. Cerré el sobre y lo envié a su destinatario sin añadir nada más. Me imaginé la lista enorme de juguetes. Y por eso de la envidia anticipada, rebusqué en el bolso. No sabía porqué estaba haciendo lo que estaba haciendo. Me sentía ridícula. Escribiendo mi propia carta a Papá Noel, porque yo de pequeńa era solo de los Reyes Magos. De Baltasar, no os voy a mentir. Mi lista no era de juguetes¡ a mi edad!
Escribí:"Quiero un compañero" . Eran tres palabras. Claras. Sencillas. Sin imperativos. Sin ruegos. No tenía sobre y doble en dos la hoja de mi pequeño bloc de ocurrencias.
Un principio de lágrima me venía, cuando mi mano y su brazo y su hombro estaban a nada de meter el papel. Me cayó al suelo como al niño, cuando una voz del interior del buzón me dijo:-Sin miedo, mujer. Que lo suyo es más fácil que lo de los regalos.
Yo
sí me atreví.
Sonrisas mil

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